lunes, 22 de septiembre de 2008

Sobre teléfonos celulares y los de manivela


Ya se enteraron del nuevo teléfono que sacará al mercado Google, el G-Phone, este nuevo teléfono sumado al teléfono iPhone son un adelanto de lo que viene en el futuro, lo que todos mas o menos sabemos: teléfonos que a la vez son computadoras, navegadores de internet, con video conferencia, memorias inmensas que nos permiten guardar archivos grandes.
Hasta ahora me acuerdo de mi Motorola Tango, el popular ladrillo "arma contundente de defensa", cuando los celulares servían solo para lo que fueron creadas, para llamar y recibir llamadas y claro... los primeros celulares que eran muy caros, además muy grandes, había que pagar las llamadas realizadas desde el celular como es ahora y las llamadas recibidas, es decir... imposible de tenerlas.
El primer recuerdo que tengo de una experiencia con un teléfono fue en Urcos, capital de la provincia de Quispicanchis a unos 50 kilómetros del Cusco - Perú, tendría unos 4 o 5 años y me encontraba en la oficina de mi padre que era el Juez del Pueblo. El tenía en su escritorio un teléfono negro con una manija insertada al costado derecho, cuando vi el teléfono me quedé hipnotizado e intrigado. Pasé una hora en la oficina de mi padre viendo entrar y salir gente, escuchando problemas y soluciones a los problemas y viendo a mi padre usar el teléfono. De rato en rato levantaba el auricular y daba vueltas a la manija y hablaba con alguien al otro lado de la línea.
De pronto se presentó una diligencia que obligó a mi padre a abandonar su oficina. Decidió dejarme bajo el cuidado de su secretario, este se encontraba en una oficina colindante e independiente a la oficina de mi padre.
Me encontré solo y libre para explorar la oficina y claro de inmediato me dirigí al teléfono. Levanté el auricular y nada... este teléfono no tenía números que marcar solo la manija al costado, así que empecé a darle vueltas. De pronto alguien al otro lado de la línea me contestó con un saludo respetuoso "buenos días doctor", me asusté y colgué el teléfono. Me armé de valor y volví a intentar usar el teléfono, volví a girar la manija y de nuevo la voz esta vez le contesté algo pero corté inmediatamente. No entendía porqué me contestaba la misma persona la misma voz, si en las películas cuando una persona usa el teléfono puede hablar con mucha gente de diversos sitios. Así que insistí una y otra vez y siempre la misma voz cada vez mas molesta. El anonimato en que me encontraba me protegía y claro me sentía seguro. Hasta que después de muchos intentos volví a llamar giré la manija y la voz al otro lado se dirigió a mí en primera persona, amenazó con encarcelarme y que era el comisario del pueblo y sabía que era el hijo del Juez y hasta sabía mi nombre!!!. Entré en pánico colgué el teléfono y puse fin a las llamadas.
La comisaría del pueblo estaba al frente del juzgado. No salí para nada de la oficina hasta que llegó mi padre y claro tampoco le conté la experiencia vivida ni la amenaza del comisario por temor a haber cometido algún delito. Me quedé con el secreto, hasta que ya de grande cuando mi padre nos contaba sus historias en Urcos le pregunté sobre el teléfono y me dijo que en el pueblo solo había 2 teléfonos el de la comisaría y el de su oficina en el juzgado del pueblo y que estaban comunicados entre sí. Yo ya sospeché esto cuando crecí y aprendí mas sobre teléfonos pero esperaba la confirmación de mi padre para retirar de mi mente los fantasmas que me persiguieron cada vez que usaba un teléfono.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me encantó tu narración, realmente en tan corto tiempo las comunicaciones han cambiado radicalmente, ahora mismo estoy escribiendo este comentario desde mi iPhone... disculpa un momento que está entrando una llamada...sorry, decía que me gustó tu narración, visitaré con frecuencia tu blog para leer nuevas historias.